El 5 de agosto pasado la gran sala de la Arena de Bercy, en París, acogió una de las imágenes más significativas de los Juegos Olímpicos de París. Tres gimnastas negras en el podio de los ejercicios de suelo. Antes de sonar el himno brasileño, dos de ellas, Simone Biles mítica y su amiga del alma Jordan Chiles, plata y bronce, se inclinan en teatral y sentimental reverencia cuando asciende a lo más alto la campeona, Rebeca Andrade.