La tradicional ofrenda al monumento de Rafael Casanova, líder de la resistencia de la Barcelona al asedio borbónico durante la Guerra de Sucesión, suele ser un buen termómetro de cómo será el día de la Diada en términos de movilización ciudadana. Y si este año no se equivoca, muy posiblemente el adjetivo más benévolo para describirla será discreta. Un centenar de personas se ha acercado la mañana de este miércoles para ver el desfile de partidos e instituciones, en una de las asistencias más bajas en muchos años. Pocas banderas estelades y senyeras, así como también algún grito contra la delegación de Esquerra. Y la del Espanyol.