Apenas perceptibles a la vista (eso los más grandes), los microplásticos están en el mar, en los ríos y lagos, pero también en el hielo de los polos y los más alejados suelos del planeta. Su tamaño los hace tan biodisponibles que se confunden con el plancton marino, entrando así en la cadena trófica en cuya cúspide están los grandes depredadores, por encima de todos, los humanos. Estos llevan décadas comiendo, bebiendo y hasta respirando plástico. Hace solo 20 años, un grupo de científicos introdujo por primera vez el término microplásticos. Ahora, estos mismos investigadores publican una revisión, hoy jueves en la revista Science, con lo que se ha descubierto en este tiempo. Su conclusión es que la acumulación de datos sobre su elevada presencia en el ambiente y sus peligros es tal que exigen una acción global para reducirlos.