Cuando llego a la cita en un hotel del centro de Madrid, diez minutos tarde por el eterno caos de obras y tráfico, David Bustamante —David para los amigos, Busta para los fans, Titín para la familia— está aprovechando el tiempo apretándose un sándwich de varios pisos con huevo y patatas fritas. Aunque pasan las 12 del mediodía, aún no ha desayunado tras su sesión de entrenamiento físico y se muere de hambre, se disculpa, mientras ofrece a los presentes, entre ellos tres colaboradores de su discográfica, un trozo del emparedado para acabar antes. Después, pide permiso para dar un par de caladas a un cigarro: “Quiero dejarlo, pero no puedo” y posa para el fotógrafo, pero sin quitarse las gafas de sol. Hoy tiene las ojeras en flor, dice y, coqueto, prefiere camuflarlas tras las Ray-Ban. No sabe cómo le entiendo. Como hemos empezado hablando de las obras de la calle y él ha recordado que empezó a trabajar como albañil, empiezo bromeando:
BUSTA, INÉDITO
Han tenido que pasar 23 años desde que saltara a la fama masiva en la primera y mítica edicición de Operación Triunfo para que David Bustamante (San Vicente de la Barquera, Cantabria, 42 años) se atreviera a publicar un disco completamente compuesto por él. Se llama Inédito, valga la redundancia, y se publica a mediados de octubre. Últimamente, Bustamante, conocido por el 97% de los españoles según alguna encuesta de popularidad, se ha prodigado más en la televisión (Masterchef, La voz, Bailando con las estrellas) y en el teatro (Ghost) que en los escenarios musicales. Con este álbum, compuesto de 12 canciones en las que, dice, se desnuda emocionalmente, Busta, como le llaman muchos fans, quiere volver a sonar a nuevo, además de a clásico en radiofórmulas y karaokes. Está exultante.